viernes, septiembre 30, 2005

Óscar Sabino Regenhart



Su figura semejaba a uno de los borrachos maleantes que tenía que enfrentar Olafo, el Amargado, en cada una de sus incursiones por los países nórdicos. En la calle era confundido con un albino, una clase de mono cariblanco, típico de las regiones frías de Colombia. En Pocas palabras, Óscar Sabino Regenhart se parecía a todo, menos a un jugador de fútbol.El Chócolo llegó al Independiente Medellín en 1987 para reforzar la zaga que había perdido a Luis Carlos Perea, de transferencia fraudulenta al rival de patio, Atlético Nacional. Óscar llegó procedente del Unión de Santa Fe, equipo que siempre a peleado los últimos puestos, y con los pergaminos de haber jugado en 1982 en España. No, no se confunda, no fue al Mundial. Jugó para el Málaga, en segunda en aquel momento, pero sólo duró un par de temporadas.Resulta que el refuerzo argentino era un bodrio. Como los basquetbolistas altos se enredaba con sus propias piernas y caía con facilidad. Eso sí, tuvo su momento de gloria el 23 de octubre, cuando anotó el gol del triunfo del DIM frente al Pereira, a los 18 minutos del segundo tiempo, que le dio la clasificación al Poderoso para las finales. Después, en el último partido, fue sustituido por tronco por Juan Carlos "Gamo" Estrada, un paisa que no despuntó como jugador pero si como trovador. Pero esa es otra historia. El Chócolo siguió su vida lejos de Medellín, gracias a Dios.

Imagen Izq: Cortesia Orlando López

Fusilero